Arthur Schopenhauer, vida y obra.
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Schopenhauer
nació en la ciudad libre de Danzig, en 1788, su ascendencia es de origen
holandés, su padre fue un comerciante acaudalado, una vez que Dazing fue
anexionada al imperio prusiano, su familia se trasladó a Hamburgo, al no
congeniar con el régimen político de la futura situación del país. Ahí cursó
sus primeros estudios.
Al provenir de
una familia acomodada en su periodo de adolescencia lo enviaron a viajar por
Francia e Inglaterra, para que conociera el centro del mundo de la época, hasta
ese momento Arthur fue un niño privilegiado.
Sin embargo, a
su retorno su padre se empeñó en que estudiara una carrera dirigida al
comercio, esperando que él fuera el administrador que continuara la gestión de
los negocios de su familia. Schopenhauer se dedicó al asunto, al parecer de
manera forzada ya que era otra su verdadera vocación. Acaso esta anticipada
invitación a la gestión de los negocios era una solicitud de urgencia, ya que
en 1805 el padre de Schopenhauer se suicidó, al parecer sin una razón evidente.
Muerto su progenitor, él anuncia a su madre su inquietud por dejar la carrera
comercial y su interés por dedicarle su tiempo al estudio. Su madre, con la que
tenía una relación más bien distante, era una escritora, mujer de letras, que llegó a tener cierta fama local, había
fundado un salón literario en Weimar, en ocasión a esto Schopenhauer tuvo la
oportunidad, desde muy joven, de entrar en contacto con grandes personalidades
de la cultura alemana, por ejemplo con Goethe.
Para poder dedicarse al estudio solicita su
parte de la herencia paterna y se dedica a estudiar ciencia y medicina, sin
embargo tras la lectura de Platón y Kant, el segundo será una revelación
intelectual para él, se decide a
estudiar filosofía en la
Universidad de Berlín. En 1813 se obtiene su doctorado en la
universidad de Jena, esta tesis doctoral será su primera publicación
importante, lleva por título “Sobre la cuádruple raíz del principio de razón
suficiente”.
En 1818 da a la
imprenta “El mundo como voluntad y representación” su obra cumbre que está
expuesta en dos volúmenes, en ella Schopenhauer expone su cosmovisión o visión
del mundo, espera que sea una relevación filosófica para el acontecer
intelectual, sin embargo la obra no tuvo
una buena recepción ni mucho menos una valorada opinión positiva por parte de
la crítica, decepcionado por el poco éxito de la obra, en emprende un viaje 1919 por Italia, más que de placer
acaso buscando una distracción a su derrota y con una preciada herencia
económica el viaje no le resultaba un problema.
.
Aunado a un
carácter fuerte, una vitalidad salvaje, no en el sentido común de la palabra,
sino un ímpetu de fuerza, de vigorosidad, contrastante con el gran pesimismo
que sostiene en su filosofía, del que más adelante hablaremos, Schopenhauer es
un filósofo, como muchos otros grandes de la historia de las ideas que no nos
puede ser indiferente, se puede estar de acuerdo con sus ideas o se pueden
rechazar, sin embargo, nos provoca una reacción, quien lo lee no puede dejar de
referirse a él de una u otra manera, es una figura polémica, enérgica, al grado
del insulto como en el caso de su estadía en la Universidad de Berlín, al regreso de su viaje por Italia, en la que tuvo a mal, decimos, enfrentarse
directamente con una de las grandes figuras de la filosofía Alemana, Hegel.
Acaso una
extravagancia de Schopenhauer fue el enfrentamiento de Hegel, procediendo de
una familia acomodada y con una cuantiosa herencia familiar, decide incursionar
en la docencia, más por capricho por necesidad, solicitando que sus clases fueran a la misma
hora en las que Hegel las impartía, el resultado? Una catastrófica derrota
frente al gigante, Hegel era en ese momento la gran figura intelectual de
Alemania en el ámbito de la Filosofía. Las
clases de Schopenahuer permanecían prácticamente vacías mientras que las de
Hegel se abarrotaban hasta el pleno. De ahí, también el gran encono o rencor
que nuestro autor desarrollaría por Hegel, si en el plano académico no podría superarlo,
buscaría otros medios para librar la lucha, su producción por escrito.
En 1831, huyendo
de la peste de cólera que azotaba Alemania y que le había arrebatado la vida a
Hegel, Schopenhauer se fue a Franckfort, donde vivió placidamente los últimos
28 años de su vida. En 1839, recibió un
premio por su ensayo “sobre la libertad de la voluntad”. En 1851 se publica,
“Parerga y Paralipómena”, una colección de ensayos y aforismos que le valió el
reconocimiento editorial y público que toda la vida había anhelado. Finalmente, Schopenhauer muere el 21 de
septiembre de 1860 a
consecuencia de un paro cardiorespiratorio.
Schopenahuer es
uno de los grandes pensadores de la filosofía, sin embargo, no sólo es
reconocido por la fuerza de sus proposiciones, cualidad que se representa
fielmente en sus textos, allende a las argumentaciones filosóficas, más allá
del temple filosófico que intenta demostrar,
su estilo literario, pocas veces encontrado en un amante de la filosofía,
provoca en quien lo lee un extraordinario placer estético, la obra de
Schopenhauer conjuga la pasión por el saber y un estilo artístico envidiable,
comparado a Nietzsche, su prosa nos lleva de los conceptos a la expresión
romántica de las ideas, un ideario de belleza estética en muchos de los
párrafos que cubren su obra. Schopenhauer es pues un gran filósofo y un
gran prosista. Valga como ejemplo de
esta representación de su persona el mote que Jorge Luis Borges le atribuye en
su cuento “Tlhon”. Borges lo llama: El apasionado y lúcido Schopenhauer
OBRA.
“La cuádruple raíz del principio de razón suficiente”, tesis doctoral.
En este texto
Schopenahuer establece una tesis que no es nueva en la filosofía, Leibniz un
filósofo del siglo XVII, influencia directa de Immanuel Kant, ya había establecido
dicho principio, en el que todas las cosas y acciones de este mundo responden a
un principio de necesidad, el azar, en ese sentido, no existe, sino que todo lo
que acontece tiene una razón de ser, podemos establecer aquí un cierto
determinismo.
Sin embargo, la
originalidad de la tesis de Schopenhauer se funda en establecer cuatro formas
distintas de presentarse este principio, dichas formas son independientes entre
sí, ninguna reduce a la otra ni la interviene. Los aspectos de la realidad, para nuestro
autor se reducen a cuatro aspectos o clases básicas. En primer lugar los
objetos empíricos, en segundo lugar los conceptos abstractos, en tercer lugar
los objetos matemáticos y en cuarto lugar el “Yo” u objeto del autoconocimiento
o autoconciencia. Cómo se presenta el
principio de razón suficiente en cada una de estas instancias, veamos.
En los objetos
empíricos el principio de razón suficiente se manifiesta bajo la forma del
principio de la causalidad o explicación causal, todos los acontecimientos de
la realidad pueden ser explicados según el principio de la causalidad, si
encontramos los elementos que definen los acontecimientos bajo el esquema de
acción y reacción o causa y efecto podremos encontrar su razón de ser.
En los conceptos abstractos bajo la forma de
deducción lógica, los razonamientos del entendimiento pueden ser explicados
bajo formas generales del pensar, su razón de ser estaría determinadas por las
ya conocidas leyes del pensar de no contradicción, de identidad y del tercero
excluso. En los objetos matemáticos toma
la forma de la consistencia, todos los elementos matemáticos y geométricos
pueden ser entendidos por las relaciones de propiedades con otros elementos de
la misma dimensión, los teoremas, por ejemplo, son un ejemplo de dicha
determinación, donde cada uno de los elementos de un sistema dado puede
definirse por la relación que guarda con los elementos del resto del
conjunto. Y finalmente en el “Yo” como
una determinación del carácter y la motivación, es decir, para saber la razón
de mi actuar, tendríamos que buscar la razón de mis acciones en mi personalidad
o subjetividad, la forma de mi carácter o las motivaciones que me impulsan.
A pesar de la
originalidad de la propuesta no fue recibida con agrado por la comunidad académica,
además de que al leerla, uno se da cuenta de la virulencia de algunos de sus
párrafos, como ya dije con anterioridad, están expresados de forma explícita
una serie de insultos y burlas contra Hegel, tal vez por ese motivo fue
considerada poco seria y de menos valor.
El mundo como voluntad y representación.
Esta obra
representa las esperanzas de Schopenhauer de ser reconocido en el mundo académico,
en esta puso un gran empeño y su erudición. Está organizado en 4 grandes
rubros, posee una epistemología, o una teoría del conocimiento, en la que se
esboza el mundo como representación, una
ontología o teoría del ser y de la realidad, de la voluntad vuelta objeto, una estética, o segunda representación del objeto del arte o en tanto idea, y una
ética, segunda teoría de la voluntad en
relación al vivir.
Esta obra es
fruto de sus influencias filosóficas, particularmente de Kant, recordemos
brevemente esta herencia kantiana. Para Kant, en la crítica de la razón
pura, el conocimiento de la realidad se da,
en términos muy generales, de la siguiente forma.
Para él el
conocimiento parte de la experiencia que tenemos del mundo a través de nuestra
sensibilidad, de los datos que nos proporcionan nuestros cinco sentidos, estos
datos son llamados intuiciones sensibles, a través de la sensibilidad poseemos
la materialidad del mundo, sin embargo, no todo el conocimiento proviene de los
sentidos, hay en nuestro entendimientos una serie de conceptos, que denomina
categorías, que nos permiten ordenar, es decir, la forma que le imprimimos a la
materialidad de los sentidos, la
realidad. Al producto de esta mezcla heterogénea de materia y forma, de
sensibilidad y entendimiento, Kant los denomina “fenómenos”, del mundo
solamente conocemos los fenómenos que se nos presentan a la conciencia y nuestro aparato cognitivo,
enmarcados al interior de las intuiciones puras del espacio y el tiempo. Nuestro
psquismo, está limitado por el uso de nuestra razón para ir más allá del
fenómeno, allende a los fenómenos se encuentra “la cosa en sí” o noúmeno, del
que no podemos conocer nada, sino simplemente postularlo como la causa que
provoca los objetos de la sensibilidad, la cosa en sí sería la substancia de la
cosa, su esencia, de la que no podemos apoderarnos por los límites naturales de
nuestra facultad de conocer, nuestra razón.
Schopenhauer
hereda dicho problema de la “cosa en sí” aquello inexplicable que no podemos
conocer pero que nos resulta necesario postular, para que la realidad no se
vuelva un producto de nuestra mente. En ese sentido, Schopenhauer interpreta la
“ la cosa en sí” de Kant como Voluntad, de las que ya les enumere sus 4
momentos. Veamos en qué consiste cada uno de ellos.
1.- El mundo
como representación, primera aproximación, epistemología.
Retoma la teoría
del conocimiento de Kant, “El mundo es mi representación” anuncia Schopenhauer,
nuestro conocimiento es limitado, nadie puede salir de sí mismo, de las
representaciones o imágenes que se hace nuestra conciencia sobre los objetos
del conocimiento, para comparar si nuestro conocimiento y los objetos son
iguales, nuestra representación de la realidad, es nuestra realidad y no existe
otra, no hay un mundo más allá fuera de nosotros, de la forma en la que se
presenta a nuestra conciencia y por ende nos la representamos. Existe pues, el
sujeto del conocimiento y el objeto del conocimiento, sin embargo, dicho objeto
está definido por la propia estructura de nuestra mente, por el espacio y el
tiempo, y las categorías del entendimiento, por ejemplo la causalidad. Todos
los objetos de la realidad, los seres naturales, orgánicos, inorgánicos o
minerales, no tienen una existencia independiente de nuestra representación,
postular una existencia más allá de ella equivaldría a equipararlos con el velo
de Maya del hinduismo. Si acaso existe una “cosa en sí” está gobernada por la Voluntad.
2.- El mundo
como voluntad, primera aproximación, ontología.
Lo que Kant
llamaba “cosa en sí”, para Schopenhauer es un principio de orden metafísico
llamado Voluntad, este principio gobierna el universo, es un principio que se
encuentra fuera de la representación, es una pulsión general de la realidad,
una fuerza cósmica, sin embargo, dicha Voluntad no debemos entenderla en el
sentido personal de la palabra, como voluntad personal, esta voluntad personal
es una de las formas de manifestación de la Voluntad general del universo. Valga como
comentario que esta Voluntad es una de las influencias de nuestro en autor en la Voluntad de poder de
Nietzsche. Dicha voluntad general del universo es una pulsión sin objeto,
irracional, todas las fuerzas del universo, tanto las leyes naturales como las
fuerzas terrenales y los instintos naturales de nosotros los animales, reciben
su impulso de esta fuerza primigenia o primordial. Aquí valdría hacer un paralelismo
con “El aguila” tolteca que representa el principio de la realidad en los
libros de Carlos Castañeda según las
enseñanzas de Don Juan.
3.- Segunda
consideración del mundo como representación, la estética.
La liberación de
la Voluntad
ciega e irracional, de este mundo sin objeto puede darse a través de la
contemplación estética, en ella, el placer que nos brinda el ejercicio de la
contemplación del arte, nos sustrae de ese mundo implacable que nos mueve a su
antojo, dicha contemplación nos sustrae de la realidad ordinaria y nos
transporta a una realidad plena de satisfacción inmóvil, el arte no trata de
explicar el mundo, Schopenhauer le da un valor sin precedentes a la música,
para él la música es la mayor de las tardes, en ella, podemos escuchar el
murmullo de la voluntad, es superior incluso al lenguaje hablado, la sonoridad
de la música repercute en el interior de de nuestras almas. El arte, en última
instancia simplemente le otorga un grado
mínimo de sentido y nos otorga un consuelo provisional del dolor del mundo, la
liberación completa será otorgada por la muerte, tema del que más adelante me
ocuparé.
4.- Segunda
consideración del mundo como voluntad, ética.
Una vida
orientada hacia la santidad, en su sentido asceta, que busca la liberación de
las pasiones y los deseos del mundo, como los santos o místicos de las
tradiciones orientales, los iluminados, es otra de las vías para la liberación
de la voluntad general.
El pesimismo.
La razón nos ha hecho ver, esta
Voluntad ciega que gobierna el Universo, ese pulso sin objeto, esa generación
sin finalidad, para Schopenhauer dicho principio del universo es la causa de
las desdichas humanas. Y a propósito de
este motivo se ha dado en llamar a esta preocupación urgente por la desdicha y
por el sufrimiento el pesimismo de Schopenahuer, ya que en su filosofía se
respira un aire de desencantamiento del mundo.
Una de las vetas
de Schopenhauer, que más adeptos le ha granjeado, es su reflexión sobre la
vida. Él parte de una idea básica, fundamental, el dolor y el sufrimiento que
implica la vida o la existencia. Se ha puesto de manifiesto por la mano de
varios comentaristas y estudiosos de su obra, la gran influencia que tuvo en
él, la visión oriental, religiosa, del mundo oriental. Schopenhauer fue un
ávido lector de textos religiosos orientales, textos sagrados como los
Upanishas de la tradición Hindú, de la misma forma, se especula, hay una gran
influencia del budismo, de tradición Vedanta, en su concepción del Deseo y la necesidad
vital. Rudolp Safranzki nos da otra pista para dilucidar esa influencia, un
tanto pintoresca, desarrollada en una anécdota, Schopenhauer era amante de los
animales, en particular era dueño de un perro, a este perro le puso por nombre
Atman, Atman, en la tradición oriental es el dios interior.
En qué consiste
esa influencia?
Para el Vedanta,
la tranquilidad, el silencio, es el camino de la liberación, nuestro corazón es
la fuente de nuestra vida, el motor que nos mueve, el ruido de la existencia,
la desesperación, proviene de nuestra mente. La meditación es el medio para
encontrar la paz interior, el silencio propicio para la felicidad. De dónde
proviene la desesperación? De nuestros miedos y del deseo. El deseo nos ata al
mundo material, al mundo de las cosas, constantemente deseamos la materialidad,
la corporalidad es la fuente de nuestras desdichas, debemos, si queremos
encontrar la liberación, enfrentar una lucha interna con nuestros miedos y
deseos para liberar al Yo de sus opresiones y poder volar interiormente hacia
el verdadero ser.
Schopenhauer
retoma estos planteamientos en su filosofía. La vida, según él, es un constante
sufrimiento, la vida es una cadena de deseos sujeta por los grilletes de la
voluntad, vivimos anhelando objetos, de todos los tipos. Para Schopenhauer el
mayor grado de lucidez del hombre es el reconocimiento del fondo negro de la
existencia, a mayor lucidez o conocimiento de esta esencia ligada al
sufrimiento mayor pesar cae sobre nuestro ser. El mayor conocimiento del hombre
no está ligado al conocimiento del mundo, el conocimiento científico no tiene
en nuestro autor un estatuto de superioridad, para él el conocimiento de mayor
valía, el de más elevado rango es el conocimiento de la vida. El sufrimiento es
pues lucidez, mientras más inteligentes somos la desdicha se incrementa. La
lucidez nos lleva al conocimiento de la vida,
y en ese momento caemos en cuenta, nos damos cuenta, dice Schopenhauer,
de la violencia que la vida ejerce sobre sí misma, esta violencia de la vida
sobre sí misma, esta autoviolencia que se infringe proviene de la vida misma,
no hay ningún elemento externo a ella que se la provoque, es su propio
principio y su finalidad. De esta violencia de la vida nacen los deseos, la
voluntad de querer, recordemos, la voluntad general es una, se manifiesta de
múltiples, formas, cuando nosotros queremos, cuando nosotros deseamos, de forma
individual asumimos una de las formas de la objetivación de la voluntad,
nuestros deseos son una instancia de la voluntad en contra de sí misma, es esa
fuerza o violencia autorreferencial. Eso es lo que provoca el sufrimiento, el
deseo, la voluntad de querer.
Una de las características del deseo es que
por definición no tiene un objeto fijo, permanente, el querer y el deseo son un vacío, que nunca puede ser colmado o terminar por
satisfacerse, constantemente vamos de un objeto a otro, el deseo nos mueve,
somos esclavos de una voluntad ciega que nos conduce a desear, eso nos conduce al sufrimiento, por qué se
sufre en esa cadena del deseo? Se sufre ya que nuestra vida oscila entre dos
puntos, equidistantes, que nunca terminan por reunirse, por terminar.
El primero por no poder alcanzar los objetos
de nuestro deseo, deseamos algo y no lo obtenemos, es el camino tortuoso de la
desesperación, del no poder alcanzar algo.
El segundo nos conduce al tedio o aburrimiento
cuando los alcanzamos, deseamos algo, no lo alcanzamos y sufrimos, si acaso
podemos alcanzarlo por algún esfuerzo propio, burlando a la voluntad ciega,
inmediatamente nos aburre, no nos colma, así, según Schopenhauer vivimos en un
péndulo de sufrimiento, no podemos alcanzar lo que queremos y si lo alcanzamos,
por alguna broma feliz del destino, nos abruma, nos sume en el querer algo más.
Sin embargo, hay
algo positivo en esta idea del sufrimiento, el deseo, nos mueve,
constantemente, porque estamos movidos por la insatisfacción, por el tedio,
recién hemos conseguido satisfacer un deseo se enciende el interruptor y
seguimos movidos. La falta de deseo nos
conduciría a la muerte, Schopenhauer no promueve el aniquilamiento de la
existencia, no es un apologeta o promotor del suicidio, por el contrario,
afirma el valor de la existencia, pero siempre teniendo en cuenta esta cadena
de deseos, de causalidades en las que nos encontramos inmersos.
En ese sentido,
la vida es una prueba de fortaleza, es lucha constante contra la muerte, la
vida es ese retardar la muerte, es ir del deseo a la insatisfacción, del
cumplimiento del deseo al aburrimiento, del nacimiento de un nuevo deseo y así
de manera indefinida y eterna. Me
gustaría, sin embargo, citarles un fragmento revelador acerca del aburrimiento,
para que nos demos cuenta de que no todo en Schopenhauer es pintar la
existencia de oscuridades, también encontramos pinceladas de colores, aunque sin
duda con tonos de cinismo, la cita es la siguiente, dice Schopenahuer, “Los que
se aburren son una carga muy grande para sí mismos, el aburrimiento no es un
mal que se deba tener en poco, deja en los rostros las huellas de una verdadera
desesperación” y más adelante continúa “ La causa de la sociabilidad está dada
por el aburrimiento, el aburrimiento hace que seres como los hombres, que tan
poco se aman entre sí, se busquen unos a otros, siendo por esto mismo el origen
de la sociedad”.
A diferencia de Leibniz, con su optimismo del
mejor de los mundos posibles, Schopenhauer sostiene que este es el peor de los
mundos posibles.
Hasta aquí
podemos encontrar la que presumiblemente sea la senda más difícil de transitar
de la filosofía de Schopenhauer, su metafísica y lo que podemos denominar, sin
hacerle honor a la palabra, su filosofía de la existencia.
Sin embargo, la
obra de Schopenhauer es más extensa, los temas a los que dedicó su atención son
muy diversos, presentaré algunos de los tópicos más interesantes.
Ya les había
comentado del carácter fuerte de Schopenhauer, que no solamente expresa en sus
textos, Schopenhauer también era un aficionado a las discusiones. Por tal
motivo escribió este pequeño tratado sobre la argumentación, sin embargo, no es
un tratado de argumentación filosófica, se trata de todo lo contrario. La
dialéctica, ya se sabe, fue el arte que Sócrates empleaba allá en la antigua
Atenas para conversar con los ciudadanos y poder llegar a la verdad, el método
dialéctico era muy sencillo, se daba una idea, una tesis, Sócrates contra
argumentaba sobre esa tesis, proponía una antitesis, con la finalidad de que
quien proponía una tesis cualquiera se diera cuenta de la falsedad de su afirmación,
así, en el desarrollo de la argumentación las tesis se van rectificando, hasta
alcanzar una idea mucho más elaborada y cercana a la verdad que la que se había
ofrecido al inicio de la conversación. La erística, por otro lado es el arte de
la disputa, de la confrontación, pero no en aras de alcanzar la verdad, la
erística propone una serie de estrategias para afrontar una discusión en las
que independientemente de la verdad o falsedad de nuestros argumentos o ideas
se consiga la victoria en la discusión, utilizando para tal fin cualquier medio
o recurso verbal a nuestro alcance.
En ese sentido,
la dialéctica erística de Schopenhauer es un tratado, desarrollado en 38
estratagemas, en las que nuestro autor nos enlista las trampas, estrategias o
los trucos que suelen utilizarse en una
discusión, para poder ponernos sobre aviso y poder estar preparados al
enfrentarnos en un debate. Esto, ya lo
dijimos no para probar la verdad de nuestros argumentos sino para que nuestro
adversario siempre nos conceda tener la razón. Aquí el orgullo o la vanidad
entran por la puerta principal y la
verdad sale dando tumbos por la ventana. Para Schopenhauer este tratado es una
suerte de “esgrima espiritual” un ejercicio de técnica, un deporte.
Les cito algunos
de estos estratagemas para provocar al adversario.
ESTRATAGEMA 8
“Provocar la irritación del
adversario y hacerle montar en cólera, pues obcecado por ella, no estará en
condiciones apropiadas de juzgar rectamente ni de aprovechar las propias
ventajas. Se le encoleriza tratándole injustamente sin miramiento alguno,
incomodándole y, en general, comportándose con insolencia”.
ESTRATAGEMA 18
18. Si
notamos que el adversario comienza una argumentación con la que va a
derrotarnos, no tenemos que consentirle que siga adelante con ella; hay que
impedirle a toda costa que la concluya, interrumpiendo o desviando a tiempo la
trayectoria de la discusión al encaminarla hacia otras cuestiones. Brevemente,
le salimos al paso con una mutatio controversiae (cambio del tema de
la discusión).
En términos generales lo que
Schopenhauer presenta es una colección completa de falacias (es decir, un
argumento que en apariencia es válido, pero resulta falso) que nos pueden poner
en posición de ganar una disputa, la que sea, si sabemos utilizarnos de forma
inteligente y absolutamente mordaz.
Existe un texto, muy famoso,
extraído de otra obra más general, pero por su contenido a merecido una edición
aparte, este texto lleva por título “El amor, las mujeres y la muerte”.
El amor.
Quién no está interesado en el
amor, quién no lo busca o ha sufrido su desencantamiento y los horrores que
están ligados a él, incluso hay quien hace del amor el sentido de su vida, su
búsqueda, su encuentro. Sin embargo, en la tradición filosófica son pocos los
autores que le han dedicado atención a este tema tan fundamental de la vida
cotidiana, acaso por todo lo que al amor envuelve, a muchos filósofos les ha
parecido un tema por el que no vale la pena pronunciarse, o considerarlo una
ilusión más, un fantasma, de la realidad.
Schopenhauer se tomó en serio el
amor, le parecía una de las más apasionantes emociones humanas por el hecho
mismo de la intensidad que nos provoca. El error, consiste, según él en pensar
que el amor está relacionado directamente con la felicidad.
Es interesante preguntarnos como
una persona como Schopenhauer, que nunca se casó, que llevó una tormentosa vida
amorosa con relaciones infructuosas con mujeres mucho menores que él, que
disfrutaba de la soledad y que tenía en poca estima a las mujeres, tenía muchas
opiniones misóginas, pudiera entender el amor.
En primer lugar Schopenhauer
sostiene que el amor es una de los asuntos más importantes en nuestra vida,
dice “Nada es tan importante como el amor, porque lo que se encuentra en juego
es la sobrevivencia de nuestra especie”.
Nosotros, regularmente pensamos
que el amor es una historia romántica, soñamos con ese compañero que se puede
convertir en nuestro cómplice para toda la vida, con quien compartimos sueños,
esperanzas e ilusiones, que nos puede ayudar a encontrar la felicidad. Para
Schopenhauer las cosas son muy diferentes. Lo que nos motiva a estar cerca de
otra persona es un impulso biológico para reproducirnos, a esto le llama “la
voluntad de la vida”. Por más que intentemos imaginarnos como seres románticos,
no pasamos del estado de esclavos de esta voluntad. Dicha voluntad opera de
manera inconciente en nosotros, en nuestra conciencia, aparecen otra serie de
consideraciones para enamorarnos, pero, en el fondo, es el impulso de la
perpetuación en un tercero, el tener hijos que mantengan la vigencia del ser
humano, lo que motiva los acercamientos íntimos.
Sin embargo, esto no ocurre de
manera indiferenciada, todos nosotros, suponemos tenemos la libertad de elegir
con quién nos queremos reproducir, nunca se han preguntado acaso, por qué ella,
por qué él? Qué es lo que tiene que me vuelve loco?, por qué nos enamoramos de
una persona en particular?
Schopenhauer sostiene que cuando
encontramos a una persona ideal, lo hacemos movidos por un impulso oscuro que
nos hace elegir determinados rasgos de la otra persona que proyectamos en un
tercero, en un hijo o hija, y que consideramos que tendrán mayor probabilidad
de tener éxito en su vida, en otras palabras, buscamos rasgos atractivos que buscamos
se hereden en un tercero y que disminuyan nuestras imperfecciones, buscamos al
final de cuentas una salud física y mental en nuestra herencia genética.
(Scanner).
Mujeres.
Para Schopenhauer la
constitución biológica de las mujeres, de entrada, les impide estar provistas
para las labores del entendimiento y de la inteligencia. Su constitución débil,
su necesidad de protección, las orilla y las hace aptas para el cuidado de los
hijos, ya que ellas mismas son
infantiles.
Durante su juventud las mujeres
gozan de belleza, tienen el esplendor de una rosa, durante esa época su vida
les va en poder cautivar la imaginación de un hombre para que se haga legal y
económicamente cargo de ellas durante el resto de su vida.
La naturaleza ha dotado a las
mujeres de herramientas de índole corporal, para suprimir sus deficiencias
intelectuales, les ha otorgado la belleza y las artes de la seducción, sin
embargo, esto es por un periodo de tiempo definido, de la misma forma que las
hormigas hembras que una vez habiendo tenido descendencia, pierden sus alas,
las mujeres, después de los partos pierde su belleza física.
La intuición femenina es una
forma de llamar a la atención por lo inmediato, de lo superficial y menos
importante, las bagatelas de la existencia, en
los objetos más alejados, trascendentes, objetos de consideración
intelectual escapaban a dicha intuición que se mueve en el mundo de lo
ordinario.
Las mujeres creen que por algún
designio del destino o por un mandato divino los hombres han venido al mundo
para ganar dinero y las mujeres para gastarlo. Las mujeres están atentas del
presente, el hombre por el contrario vive agobiado por su pasado, su presente y
su futuro, por esa razón son aptas para consolar al hombre en esa agobiada
existencia que lleva.
La muerte.
“El óraculo de la Naturaleza se extiende
a nosotros. Nuestra vida, nuestra muerte, no le conmueven y no debieran
emocionarnos, porque nosotros también formamos parte de la Naturaleza”.
Para Schopenhauer la vida y la muerte
pertenecen a la naturaleza, son un contrapeso, ambos términos están
relacionados, no pueden existir de forma independiente, son los contrarios más
generales, es la polaridad de las manifestaciones de la naturaleza. De la misma
forma que en la mitología Hindú, el díos shiva representa la destrucción y la
generación, la muerte y la vida.
La muerte sólo acontece en los seres
humanos, como idea, ya que una cosa es morir y otra cosa es la muerte, cuando
fenecemos, moriremos, claro está, pero la idea de la muerte no pertenece al
mundo de los objetos, al mundo material, la muerte es una idea en la conciencia
de los seres humanos, el resto de la especie animal, por no poseer razón,
solamente mueren, pero no tienen conciencia de su muerte.
La muerte nos salva o nos libera del
sufrimiento de la vida, por más intento
que hacemos por triunfar sobre la muerte ella siempre sale victoriosa, estamos
condenados a la muerte por el simple hecho de haber nacido, en Schopenhauer
resuena aquella sentencia que dice “Apenas hemos nacido y ya somos lo
suficientemente viejos como para morirnos”.
Si tuviéramos la facultad de la eternidad,
en algún momento nos sentiríamos tentados a probar la nada, ya que por nuestra
propia disposición existencial, nos aburriríamos eternamente.
En Schopenhauer hay una interesante analogía
entre el sueño y la muerte, qué es el sueño sino una suerte de muerte relativa,
un pasar por el acantilado de la nada que todas las noches se nos ofrece, y que
al despertar nos esquiva. Para volver abrirse noche tras noche.
Lo que nos causa el temor de morir
no es el sufrimiento, ya que en la vida hemos experimentado esa experiencia
constantemente, recordemos que para Schopenhauer el sufrimiento es la condición
de la existencia, así que eso no es el fundamento del miedo a la muerte, en sus
términos, lo que nos provoca el miedo a morir es el aniquilamiento del
individuo, es la muerte personal, es “MI MUERTE”, el dejar de existir.
Para Schopenhauer, al final de
cuentas, la conciencia individual sólo es una manifestación de la voluntad, la
vida, en general, prosigue su rumbo irracional con o sin nosotros.
CONCLUSIONES.
Qué podemos concluir de todo
este itinerario?
Schopenhauer como Nietzsche es
de los pocos filósofos que tienen la atención de una gran cantidad de lectores,
no son exclusivos del mundo académico de la filosofía, sus temas, sus ideas y
sus planteamientos han llamado la atención de religiosos, de artistas, de
literatos, de músicos, de poetas, incluso de psicoanalistas.
Tuvieron la virtud de tratar
temas que nos tocan muy en el fondo, se debaten sobre la existencia, sobre la
realidad, sobre la divinidad, sobre el amor, sobre el arte, en fin.
Schopenhauer a pasado a la posteridad por que supo expresar sus ideas para un
público amplio. Como el mismo decía. No escribió para su tiempo, sino para la posteridad,
nosotros somos esa posteridad y nuestra tarea es estudiarlo y otorgarle ese
reconocimiento que encontró hasta su ya avanzada edad.
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