lunes, 23 de septiembre de 2013

Arthur Schopenhauer, vida y obra.



Arthur Schopenhauer, vida y obra.



 VIDA.

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 Schopenhauer nació en la ciudad libre de Danzig, en 1788, su ascendencia es de origen holandés, su padre fue un comerciante acaudalado, una vez que Dazing fue anexionada al imperio prusiano, su familia se trasladó a Hamburgo, al no congeniar con el régimen político de la futura situación del país. Ahí cursó sus primeros estudios.
Al provenir de una familia acomodada en su periodo de adolescencia lo enviaron a viajar por Francia e Inglaterra, para que conociera el centro del mundo de la época, hasta ese momento Arthur fue un niño privilegiado.

Sin embargo, a su retorno su padre se empeñó en que estudiara una carrera dirigida al comercio, esperando que él fuera el administrador que continuara la gestión de los negocios de su familia. Schopenhauer se dedicó al asunto, al parecer de manera forzada ya que era otra su verdadera vocación. Acaso esta anticipada invitación a la gestión de los negocios era una solicitud de urgencia, ya que en 1805 el padre de Schopenhauer se suicidó, al parecer sin una razón evidente. Muerto su progenitor, él anuncia a su madre su inquietud por dejar la carrera comercial y su interés por dedicarle su tiempo al estudio. Su madre, con la que tenía una relación más bien distante, era una escritora, mujer de letras,  que llegó a tener cierta fama local, había fundado un salón literario en Weimar, en ocasión a esto Schopenhauer tuvo la oportunidad, desde muy joven, de entrar en contacto con grandes personalidades de la cultura alemana, por ejemplo con Goethe.

 Para poder dedicarse al estudio solicita su parte de la herencia paterna y se dedica a estudiar ciencia y medicina, sin embargo tras la lectura de Platón y Kant, el segundo será una revelación intelectual para él,  se decide a estudiar filosofía en la Universidad de Berlín. En 1813 se obtiene su doctorado en la universidad de Jena, esta tesis doctoral será su primera publicación importante, lleva por título “Sobre la cuádruple raíz del principio de razón suficiente”.

En 1818 da a la imprenta “El mundo como voluntad y representación” su obra cumbre que está expuesta en dos volúmenes, en ella Schopenhauer expone su cosmovisión o visión del mundo, espera que sea una relevación filosófica para el acontecer intelectual,  sin embargo la obra no tuvo una buena recepción ni mucho menos una valorada opinión positiva por parte de la crítica, decepcionado por el poco éxito de la obra, en emprende un  viaje 1919 por Italia, más que de placer acaso buscando una distracción a su derrota y con una preciada herencia económica el viaje no le resultaba un problema.
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Aunado a un carácter fuerte, una vitalidad salvaje, no en el sentido común de la palabra, sino un ímpetu de fuerza, de vigorosidad, contrastante con el gran pesimismo que sostiene en su filosofía, del que más adelante hablaremos, Schopenhauer es un filósofo, como muchos otros grandes de la historia de las ideas que no nos puede ser indiferente, se puede estar de acuerdo con sus ideas o se pueden rechazar, sin embargo, nos provoca una reacción, quien lo lee no puede dejar de referirse a él de una u otra manera, es una figura polémica, enérgica, al grado del insulto como en el caso de su estadía en la Universidad de  Berlín, al regreso de su viaje por Italia,   en la que tuvo a mal, decimos, enfrentarse directamente con una de las grandes figuras de la filosofía Alemana, Hegel.

Acaso una extravagancia de Schopenhauer fue el enfrentamiento de Hegel, procediendo de una familia acomodada y con una cuantiosa herencia familiar, decide incursionar en la docencia, más por capricho por necesidad,   solicitando que sus clases fueran a la misma hora en las que Hegel las impartía, el resultado? Una catastrófica derrota frente al gigante, Hegel era en ese momento la gran figura intelectual de Alemania en el ámbito de la Filosofía. Las clases de Schopenahuer permanecían prácticamente vacías mientras que las de Hegel se abarrotaban hasta el pleno. De ahí, también el gran encono o rencor que nuestro autor desarrollaría por Hegel, si en el plano académico no podría superarlo, buscaría otros medios para librar la lucha, su producción por escrito.

En 1831, huyendo de la peste de cólera que azotaba Alemania y que le había arrebatado la vida a Hegel, Schopenhauer se fue a Franckfort, donde vivió placidamente los últimos 28 años de su vida.  En 1839, recibió un premio por su ensayo “sobre la libertad de la voluntad”. En 1851 se publica, “Parerga y Paralipómena”, una colección de ensayos y aforismos que le valió el reconocimiento editorial y público que toda la vida había anhelado.  Finalmente, Schopenhauer muere el 21 de septiembre de 1860 a consecuencia de un paro cardiorespiratorio.

Schopenahuer es uno de los grandes pensadores de la filosofía, sin embargo, no sólo es reconocido por la fuerza de sus proposiciones, cualidad que se representa fielmente en sus textos, allende a las argumentaciones filosóficas, más allá del temple filosófico que intenta demostrar,  su estilo literario, pocas veces encontrado en un amante de la filosofía, provoca en quien lo lee un extraordinario placer estético, la obra de Schopenhauer conjuga la pasión por el saber y un estilo artístico envidiable, comparado a Nietzsche, su prosa nos lleva de los conceptos a la expresión romántica de las ideas, un ideario de belleza estética en muchos de los párrafos que cubren su obra. Schopenhauer es pues un gran filósofo y un gran  prosista. Valga como ejemplo de esta representación de su persona el mote que Jorge Luis Borges le atribuye en su cuento “Tlhon”. Borges lo llama: El apasionado y lúcido Schopenhauer


                                                                          OBRA.

“La cuádruple raíz del principio de razón suficiente”, tesis doctoral.

En este texto Schopenahuer establece una tesis que no es nueva en la filosofía, Leibniz un filósofo del siglo XVII, influencia directa de Immanuel Kant, ya había establecido dicho principio, en el que todas las cosas y acciones de este mundo responden a un principio de necesidad, el azar, en ese sentido, no existe, sino que todo lo que acontece tiene una razón de ser, podemos establecer aquí un cierto determinismo.

Sin embargo, la originalidad de la tesis de Schopenhauer se funda en establecer cuatro formas distintas de presentarse este principio, dichas formas son independientes entre sí, ninguna reduce a la otra ni la interviene.  Los aspectos de la realidad, para nuestro autor se reducen a cuatro aspectos o clases básicas. En primer lugar los objetos empíricos, en segundo lugar los conceptos abstractos, en tercer lugar los objetos matemáticos y en cuarto lugar el “Yo” u objeto del autoconocimiento o autoconciencia.  Cómo se presenta el principio de razón suficiente en cada una de estas instancias, veamos.

En los objetos empíricos el principio de razón suficiente se manifiesta bajo la forma del principio de la causalidad o explicación causal, todos los acontecimientos de la realidad pueden ser explicados según el principio de la causalidad, si encontramos los elementos que definen los acontecimientos bajo el esquema de acción y reacción o causa y efecto podremos encontrar su razón de ser.
 En los conceptos abstractos bajo la forma de deducción lógica, los razonamientos del entendimiento pueden ser explicados bajo formas generales del pensar, su razón de ser estaría determinadas por las ya conocidas leyes del pensar de no contradicción, de identidad y del tercero excluso.  En los objetos matemáticos toma la forma de la consistencia, todos los elementos matemáticos y geométricos pueden ser entendidos por las relaciones de propiedades con otros elementos de la misma dimensión, los teoremas, por ejemplo, son un ejemplo de dicha determinación, donde cada uno de los elementos de un sistema dado puede definirse por la relación que guarda con los elementos del resto del conjunto.  Y finalmente en el “Yo” como una determinación del carácter y la motivación, es decir, para saber la razón de mi actuar, tendríamos que buscar la razón de mis acciones en mi personalidad o subjetividad, la forma de mi carácter o las motivaciones que me impulsan.

A pesar de la originalidad de la propuesta no fue recibida con agrado por la comunidad académica, además de que al leerla, uno se da cuenta de la virulencia de algunos de sus párrafos, como ya dije con anterioridad, están expresados de forma explícita una serie de insultos y burlas contra Hegel, tal vez por ese motivo fue considerada poco seria y de menos valor.


El mundo como voluntad y representación.

Esta obra representa las esperanzas de Schopenhauer de ser reconocido en el mundo académico, en esta puso un gran empeño y su erudición. Está organizado en 4 grandes rubros, posee una epistemología, o una teoría del conocimiento, en la que se esboza el mundo como representación,  una ontología o teoría del ser y de la realidad, de la voluntad vuelta objeto,  una estética, o segunda representación  del objeto del arte o en tanto idea, y una ética, segunda  teoría de la voluntad en relación al vivir.

Esta obra es fruto de sus influencias filosóficas, particularmente de Kant, recordemos brevemente esta herencia kantiana. Para Kant, en la crítica de la razón pura,  el conocimiento de la realidad se da, en términos muy generales, de la siguiente forma.


Para él el conocimiento parte de la experiencia que tenemos del mundo a través de nuestra sensibilidad, de los datos que nos proporcionan nuestros cinco sentidos, estos datos son llamados intuiciones sensibles, a través de la sensibilidad poseemos la materialidad del mundo, sin embargo, no todo el conocimiento proviene de los sentidos, hay en nuestro entendimientos una serie de conceptos, que denomina categorías, que nos permiten ordenar, es decir, la forma que le imprimimos a la materialidad de los sentidos,  la realidad. Al producto de esta mezcla heterogénea de materia y forma, de sensibilidad y entendimiento, Kant los denomina “fenómenos”, del mundo solamente conocemos los fenómenos que se nos presentan  a la conciencia y nuestro aparato cognitivo, enmarcados al interior de las intuiciones puras del espacio y el tiempo. Nuestro psquismo, está limitado por el uso de nuestra razón para ir más allá del fenómeno, allende a los fenómenos se encuentra “la cosa en sí” o noúmeno, del que no podemos conocer nada, sino simplemente postularlo como la causa que provoca los objetos de la sensibilidad, la cosa en sí sería la substancia de la cosa, su esencia, de la que no podemos apoderarnos por los límites naturales de nuestra facultad de conocer, nuestra razón.

Schopenhauer hereda dicho problema de la “cosa en sí” aquello inexplicable que no podemos conocer pero que nos resulta necesario postular, para que la realidad no se vuelva un producto de nuestra mente. En ese sentido, Schopenhauer interpreta la “ la cosa en sí” de Kant como Voluntad, de las que ya les enumere sus 4 momentos. Veamos en qué consiste cada uno de ellos.

1.- El mundo como representación, primera aproximación, epistemología.
Retoma la teoría del conocimiento de Kant, “El mundo es mi representación” anuncia Schopenhauer, nuestro conocimiento es limitado, nadie puede salir de sí mismo, de las representaciones o imágenes que se hace nuestra conciencia sobre los objetos del conocimiento, para comparar si nuestro conocimiento y los objetos son iguales, nuestra representación de la realidad, es nuestra realidad y no existe otra, no hay un mundo más allá fuera de nosotros, de la forma en la que se presenta a nuestra conciencia y por ende nos la representamos. Existe pues, el sujeto del conocimiento y el objeto del conocimiento, sin embargo, dicho objeto está definido por la propia estructura de nuestra mente, por el espacio y el tiempo, y las categorías del entendimiento, por ejemplo la causalidad. Todos los objetos de la realidad, los seres naturales, orgánicos, inorgánicos o minerales, no tienen una existencia independiente de nuestra representación, postular una existencia más allá de ella equivaldría a equipararlos con el velo de Maya del hinduismo. Si acaso existe una “cosa en sí” está gobernada por la Voluntad.

2.- El mundo como voluntad, primera aproximación, ontología.
Lo que Kant llamaba “cosa en sí”, para Schopenhauer es un principio de orden metafísico llamado Voluntad, este principio gobierna el universo, es un principio que se encuentra fuera de la representación, es una pulsión general de la realidad, una fuerza cósmica, sin embargo, dicha Voluntad no debemos entenderla en el sentido personal de la palabra, como voluntad personal, esta voluntad personal es una de las formas de manifestación de la Voluntad general del universo. Valga como comentario que esta Voluntad es una de las influencias de nuestro en autor en la Voluntad de poder de Nietzsche. Dicha voluntad general del universo es una pulsión sin objeto, irracional, todas las fuerzas del universo, tanto las leyes naturales como las fuerzas terrenales y los instintos naturales de nosotros los animales, reciben su impulso de esta fuerza primigenia o primordial. Aquí valdría hacer un paralelismo con “El aguila” tolteca que representa el principio de la realidad en los libros de Carlos Castañeda  según las enseñanzas de Don Juan.

3.- Segunda consideración del mundo como representación, la estética.
La liberación de la Voluntad ciega e irracional, de este mundo sin objeto puede darse a través de la contemplación estética, en ella, el placer que nos brinda el ejercicio de la contemplación del arte, nos sustrae de ese mundo implacable que nos mueve a su antojo, dicha contemplación nos sustrae de la realidad ordinaria y nos transporta a una realidad plena de satisfacción inmóvil, el arte no trata de explicar el mundo, Schopenhauer le da un valor sin precedentes a la música, para él la música es la mayor de las tardes, en ella, podemos escuchar el murmullo de la voluntad, es superior incluso al lenguaje hablado, la sonoridad de la música repercute en el interior de de nuestras almas. El arte, en última instancia  simplemente le otorga un grado mínimo de sentido y nos otorga un consuelo provisional del dolor del mundo, la liberación completa será otorgada por la muerte, tema del que más adelante me ocuparé.


4.- Segunda consideración del mundo como voluntad, ética.
Una vida orientada hacia la santidad, en su sentido asceta, que busca la liberación de las pasiones y los deseos del mundo, como los santos o místicos de las tradiciones orientales, los iluminados, es otra de las vías para la liberación de la voluntad general.




El pesimismo.



La razón nos ha hecho ver, esta Voluntad ciega que gobierna el Universo, ese pulso sin objeto, esa generación sin finalidad, para Schopenhauer dicho principio del universo es la causa de las desdichas humanas.  Y a propósito de este motivo se ha dado en llamar a esta preocupación urgente por la desdicha y por el sufrimiento el pesimismo de Schopenahuer, ya que en su filosofía se respira un aire de desencantamiento del mundo.

Una de las vetas de Schopenhauer, que más adeptos le ha granjeado, es su reflexión sobre la vida. Él parte de una idea básica, fundamental, el dolor y el sufrimiento que implica la vida o la existencia. Se ha puesto de manifiesto por la mano de varios comentaristas y estudiosos de su obra, la gran influencia que tuvo en él, la visión oriental, religiosa, del mundo oriental. Schopenhauer fue un ávido lector de textos religiosos orientales, textos sagrados como los Upanishas de la tradición Hindú, de la misma forma, se especula, hay una gran influencia del budismo, de tradición Vedanta,  en su concepción del Deseo y la necesidad vital. Rudolp Safranzki nos da otra pista para dilucidar esa influencia, un tanto pintoresca, desarrollada en una anécdota, Schopenhauer era amante de los animales, en particular era dueño de un perro, a este perro le puso por nombre Atman, Atman, en la tradición oriental es el dios interior.

En qué consiste esa influencia?

Para el Vedanta, la tranquilidad, el silencio, es el camino de la liberación, nuestro corazón es la fuente de nuestra vida, el motor que nos mueve, el ruido de la existencia, la desesperación, proviene de nuestra mente. La meditación es el medio para encontrar la paz interior, el silencio propicio para la felicidad. De dónde proviene la desesperación? De nuestros miedos y del deseo. El deseo nos ata al mundo material, al mundo de las cosas, constantemente deseamos la materialidad, la corporalidad es la fuente de nuestras desdichas, debemos, si queremos encontrar la liberación, enfrentar una lucha interna con nuestros miedos y deseos para liberar al Yo de sus opresiones y poder volar interiormente hacia el verdadero ser.



Schopenhauer retoma estos planteamientos en su filosofía. La vida, según él, es un constante sufrimiento, la vida es una cadena de deseos sujeta por los grilletes de la voluntad, vivimos anhelando objetos, de todos los tipos. Para Schopenhauer el mayor grado de lucidez del hombre es el reconocimiento del fondo negro de la existencia, a mayor lucidez o conocimiento de esta esencia ligada al sufrimiento mayor pesar cae sobre nuestro ser. El mayor conocimiento del hombre no está ligado al conocimiento del mundo, el conocimiento científico no tiene en nuestro autor un estatuto de superioridad, para él el conocimiento de mayor valía, el de más elevado rango es el conocimiento de la vida. El sufrimiento es pues lucidez, mientras más inteligentes somos la desdicha se incrementa. La lucidez nos lleva al conocimiento de la vida,  y en ese momento caemos en cuenta, nos damos cuenta, dice Schopenhauer, de la violencia que la vida ejerce sobre sí misma, esta violencia de la vida sobre sí misma, esta autoviolencia que se infringe proviene de la vida misma, no hay ningún elemento externo a ella que se la provoque, es su propio principio y su finalidad. De esta violencia de la vida nacen los deseos, la voluntad de querer, recordemos, la voluntad general es una, se manifiesta de múltiples, formas, cuando nosotros queremos, cuando nosotros deseamos, de forma individual asumimos una de las formas de la objetivación de la voluntad, nuestros deseos son una instancia de la voluntad en contra de sí misma, es esa fuerza o violencia autorreferencial. Eso es lo que provoca el sufrimiento, el deseo, la voluntad de querer.

   Una de las características del deseo es que por definición no tiene un objeto fijo, permanente,  el querer y el deseo son un vacío,  que nunca puede ser colmado o terminar por satisfacerse, constantemente vamos de un objeto a otro, el deseo nos mueve, somos esclavos de una voluntad ciega que nos conduce a desear,  eso nos conduce al sufrimiento, por qué se sufre en esa cadena del deseo? Se sufre ya que nuestra vida oscila entre dos puntos, equidistantes, que nunca terminan por reunirse, por terminar.

 El primero por no poder alcanzar los objetos de nuestro deseo, deseamos algo y no lo obtenemos, es el camino tortuoso de la desesperación, del no poder alcanzar algo. 

 El segundo nos conduce al tedio o aburrimiento cuando los alcanzamos, deseamos algo, no lo alcanzamos y sufrimos, si acaso podemos alcanzarlo por algún esfuerzo propio, burlando a la voluntad ciega, inmediatamente nos aburre, no nos colma, así, según Schopenhauer vivimos en un péndulo de sufrimiento, no podemos alcanzar lo que queremos y si lo alcanzamos, por alguna broma feliz del destino, nos abruma, nos sume en el querer algo más.

Sin embargo, hay algo positivo en esta idea del sufrimiento, el deseo, nos mueve, constantemente, porque estamos movidos por la insatisfacción, por el tedio, recién hemos conseguido satisfacer un deseo se enciende el interruptor y seguimos movidos.  La falta de deseo nos conduciría a la muerte, Schopenhauer no promueve el aniquilamiento de la existencia, no es un apologeta o promotor del suicidio, por el contrario, afirma el valor de la existencia, pero siempre teniendo en cuenta esta cadena de deseos, de causalidades en las que nos encontramos inmersos.

En ese sentido, la vida es una prueba de fortaleza, es lucha constante contra la muerte, la vida es ese retardar la muerte, es ir del deseo a la insatisfacción, del cumplimiento del deseo al aburrimiento, del nacimiento de un nuevo deseo y así de manera indefinida y eterna.  Me gustaría, sin embargo, citarles un fragmento revelador acerca del aburrimiento, para que nos demos cuenta de que no todo en Schopenhauer es pintar la existencia de oscuridades, también encontramos pinceladas de colores, aunque sin duda con tonos de cinismo, la cita es la siguiente, dice Schopenahuer, “Los que se aburren son una carga muy grande para sí mismos, el aburrimiento no es un mal que se deba tener en poco, deja en los rostros las huellas de una verdadera desesperación” y más adelante continúa “ La causa de la sociabilidad está dada por el aburrimiento, el aburrimiento hace que seres como los hombres, que tan poco se aman entre sí, se busquen unos a otros, siendo por esto mismo el origen de la sociedad”.

 A diferencia de Leibniz, con su optimismo del mejor de los mundos posibles, Schopenhauer sostiene que este es el peor de los mundos posibles.

Hasta aquí podemos encontrar la que presumiblemente sea la senda más difícil de transitar de la filosofía de Schopenhauer, su metafísica y lo que podemos denominar, sin hacerle honor a la palabra, su filosofía de la existencia.

Sin embargo, la obra de Schopenhauer es más extensa, los temas a los que dedicó su atención son muy diversos, presentaré algunos de los tópicos más interesantes.

Dialéctica erística o el arte de tener la razón. 



Ya les había comentado del carácter fuerte de Schopenhauer, que no solamente expresa en sus textos, Schopenhauer también era un aficionado a las discusiones. Por tal motivo escribió este pequeño tratado sobre la argumentación, sin embargo, no es un tratado de argumentación filosófica, se trata de todo lo contrario. La dialéctica, ya se sabe, fue el arte que Sócrates empleaba allá en la antigua Atenas para conversar con los ciudadanos y poder llegar a la verdad, el método dialéctico era muy sencillo, se daba una idea, una tesis, Sócrates contra argumentaba sobre esa tesis, proponía una antitesis, con la finalidad de que quien proponía una tesis cualquiera se diera cuenta de la falsedad de su afirmación, así, en el desarrollo de la argumentación las tesis se van rectificando, hasta alcanzar una idea mucho más elaborada y cercana a la verdad que la que se había ofrecido al inicio de la conversación. La erística, por otro lado es el arte de la disputa, de la confrontación, pero no en aras de alcanzar la verdad, la erística propone una serie de estrategias para afrontar una discusión en las que independientemente de la verdad o falsedad de nuestros argumentos o ideas se consiga la victoria en la discusión, utilizando para tal fin cualquier medio o recurso verbal a nuestro alcance.


En ese sentido, la dialéctica erística de Schopenhauer es un tratado, desarrollado en 38 estratagemas, en las que nuestro autor nos enlista las trampas, estrategias o los trucos que suelen  utilizarse en una discusión, para poder ponernos sobre aviso y poder estar preparados al enfrentarnos en un debate.  Esto, ya lo dijimos no para probar la verdad de nuestros argumentos sino para que nuestro adversario siempre nos conceda tener la razón. Aquí el orgullo o la vanidad entran por la puerta principal  y la verdad sale dando tumbos por la ventana. Para Schopenhauer este tratado es una suerte de “esgrima espiritual” un ejercicio de técnica, un deporte.

Les cito algunos de estos estratagemas para provocar al adversario.

ESTRATAGEMA 8

“Provocar la irritación del adversario y hacerle montar en cólera, pues obcecado por ella, no estará en condiciones apropiadas de juzgar rectamente ni de aprovechar las propias ventajas. Se le encoleriza tratándole injustamente sin miramiento alguno, incomodándole y, en general, comportándose con insolencia”.

ESTRATAGEMA 18

18. Si notamos que el adversario comienza una argumentación con la que va a derrotarnos, no tenemos que consentirle que siga adelante con ella; hay que impedirle a toda costa que la concluya, interrumpiendo o desviando a tiempo la trayectoria de la discusión al encaminarla hacia otras cuestiones. Brevemente, le salimos al paso con una mutatio controversiae (cambio del tema de la discusión).
En términos generales lo que Schopenhauer presenta es una colección completa de falacias (es decir, un argumento que en apariencia es válido, pero resulta falso) que nos pueden poner en posición de ganar una disputa, la que sea, si sabemos utilizarnos de forma inteligente y absolutamente mordaz.
Existe un texto, muy famoso, extraído de otra obra más general, pero por su contenido a merecido una edición aparte, este texto lleva por título “El amor, las mujeres y la muerte”.

El amor.
Quién no está interesado en el amor, quién no lo busca o ha sufrido su desencantamiento y los horrores que están ligados a él, incluso hay quien hace del amor el sentido de su vida, su búsqueda, su encuentro. Sin embargo, en la tradición filosófica son pocos los autores que le han dedicado atención a este tema tan fundamental de la vida cotidiana, acaso por todo lo que al amor envuelve, a muchos filósofos les ha parecido un tema por el que no vale la pena pronunciarse, o considerarlo una ilusión más, un fantasma, de la realidad.

Schopenhauer se tomó en serio el amor, le parecía una de las más apasionantes emociones humanas por el hecho mismo de la intensidad que nos provoca. El error, consiste, según él en pensar que el amor está relacionado directamente con la felicidad.
Es interesante preguntarnos como una persona como Schopenhauer, que nunca se casó, que llevó una tormentosa vida amorosa con relaciones infructuosas con mujeres mucho menores que él, que disfrutaba de la soledad y que tenía en poca estima a las mujeres, tenía muchas opiniones misóginas, pudiera entender el amor.
En primer lugar Schopenhauer sostiene que el amor es una de los asuntos más importantes en nuestra vida, dice “Nada es tan importante como el amor, porque lo que se encuentra en juego es la sobrevivencia de nuestra especie”.
Nosotros, regularmente pensamos que el amor es una historia romántica, soñamos con ese compañero que se puede convertir en nuestro cómplice para toda la vida, con quien compartimos sueños, esperanzas e ilusiones, que nos puede ayudar a encontrar la felicidad. Para Schopenhauer las cosas son muy diferentes. Lo que nos motiva a estar cerca de otra persona es un impulso biológico para reproducirnos, a esto le llama “la voluntad de la vida”. Por más que intentemos imaginarnos como seres románticos, no pasamos del estado de esclavos de esta voluntad. Dicha voluntad opera de manera inconciente en nosotros, en nuestra conciencia, aparecen otra serie de consideraciones para enamorarnos, pero, en el fondo, es el impulso de la perpetuación en un tercero, el tener hijos que mantengan la vigencia del ser humano, lo que motiva los acercamientos íntimos.
Sin embargo, esto no ocurre de manera indiferenciada, todos nosotros, suponemos tenemos la libertad de elegir con quién nos queremos reproducir, nunca se han preguntado acaso, por qué ella, por qué él? Qué es lo que tiene que me vuelve loco?, por qué nos enamoramos de una persona en particular?
Schopenhauer sostiene que cuando encontramos a una persona ideal, lo hacemos movidos por un impulso oscuro que nos hace elegir determinados rasgos de la otra persona que proyectamos en un tercero, en un hijo o hija, y que consideramos que tendrán mayor probabilidad de tener éxito en su vida, en otras palabras, buscamos rasgos atractivos que buscamos se hereden en un tercero y que disminuyan nuestras imperfecciones, buscamos al final de cuentas una salud física y mental en nuestra herencia genética. (Scanner).

Mujeres.
Para Schopenhauer la constitución biológica de las mujeres, de entrada, les impide estar provistas para las labores del entendimiento y de la inteligencia. Su constitución débil, su necesidad de protección, las orilla y las hace aptas para el cuidado de los hijos, ya que ellas mismas son  infantiles.
Durante su juventud las mujeres gozan de belleza, tienen el esplendor de una rosa, durante esa época su vida les va en poder cautivar la imaginación de un hombre para que se haga legal y económicamente cargo de ellas durante el resto de su vida.
La naturaleza ha dotado a las mujeres de herramientas de índole corporal, para suprimir sus deficiencias intelectuales, les ha otorgado la belleza y las artes de la seducción, sin embargo, esto es por un periodo de tiempo definido, de la misma forma que las hormigas hembras que una vez habiendo tenido descendencia, pierden sus alas, las mujeres, después de los partos pierde su belleza física.
La intuición femenina es una forma de llamar a la atención por lo inmediato, de lo superficial y menos importante, las bagatelas de la existencia, en  los objetos más alejados, trascendentes, objetos de consideración intelectual escapaban a dicha intuición que se mueve en el mundo de lo ordinario.
Las mujeres creen que por algún designio del destino o por un mandato divino los hombres han venido al mundo para ganar dinero y las mujeres para gastarlo. Las mujeres están atentas del presente, el hombre por el contrario vive agobiado por su pasado, su presente y su futuro, por esa razón son aptas para consolar al hombre en esa agobiada existencia que lleva.


La muerte.
“El óraculo de la Naturaleza se extiende a nosotros. Nuestra vida, nuestra muerte, no le conmueven y no debieran emocionarnos, porque nosotros también formamos parte de la Naturaleza”.
Para Schopenhauer la vida y la muerte pertenecen a la naturaleza, son un contrapeso, ambos términos están relacionados, no pueden existir de forma independiente, son los contrarios más generales, es la polaridad de las manifestaciones de la naturaleza. De la misma forma que en la mitología Hindú, el díos shiva representa la destrucción y la generación, la muerte y la vida.
La muerte sólo acontece en los seres humanos, como idea, ya que una cosa es morir y otra cosa es la muerte, cuando fenecemos, moriremos, claro está, pero la idea de la muerte no pertenece al mundo de los objetos, al mundo material, la muerte es una idea en la conciencia de los seres humanos, el resto de la especie animal, por no poseer razón, solamente mueren, pero no tienen conciencia de su muerte. 
La muerte nos salva o nos libera del sufrimiento de la vida,  por más intento que hacemos por triunfar sobre la muerte ella siempre sale victoriosa, estamos condenados a la muerte por el simple hecho de haber nacido, en Schopenhauer resuena aquella sentencia que dice “Apenas hemos nacido y ya somos lo suficientemente viejos como para morirnos”.
Si tuviéramos la facultad de la eternidad, en algún momento nos sentiríamos tentados a probar la nada, ya que por nuestra propia disposición existencial, nos aburriríamos eternamente.
En Schopenhauer hay una interesante analogía entre el sueño y la muerte, qué es el sueño sino una suerte de muerte relativa, un pasar por el acantilado de la nada que todas las noches se nos ofrece, y que al despertar nos esquiva. Para volver abrirse noche tras noche.


Lo que nos causa el temor de morir no es el sufrimiento, ya que en la vida hemos experimentado esa experiencia constantemente, recordemos que para Schopenhauer el sufrimiento es la condición de la existencia, así que eso no es el fundamento del miedo a la muerte, en sus términos, lo que nos provoca el miedo a morir es el aniquilamiento del individuo, es la muerte personal, es “MI MUERTE”, el dejar de existir.
Para Schopenhauer, al final de cuentas, la conciencia individual sólo es una manifestación de la voluntad, la vida, en general, prosigue su rumbo irracional con o sin nosotros.

CONCLUSIONES.
Qué podemos concluir de todo este itinerario?
Schopenhauer como Nietzsche es de los pocos filósofos que tienen la atención de una gran cantidad de lectores, no son exclusivos del mundo académico de la filosofía, sus temas, sus ideas y sus planteamientos han llamado la atención de religiosos, de artistas, de literatos, de músicos, de poetas, incluso de psicoanalistas.

Tuvieron la virtud de tratar temas que nos tocan muy en el fondo, se debaten sobre la existencia, sobre la realidad, sobre la divinidad, sobre el amor, sobre el arte, en fin. Schopenhauer a pasado a la posteridad por que supo expresar sus ideas para un público amplio. Como el mismo decía. No escribió para su tiempo, sino para la posteridad, nosotros somos esa posteridad y nuestra tarea es estudiarlo y otorgarle ese reconocimiento que encontró hasta su ya avanzada edad. </div>

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